¿Infodemia y lawfare? La guerra blanda – Cuarto Poder

Diciembre 04 de 2022
Por: Mder / Cp

Infodemia y lawfare en internet y redes sociales, no son palabras nuevas. Surgieron hace más de 10 años como conceptos utilizados para difamar y construir narrativas violentas que, desde el Senado, propusieron combatir.
José Narro Céspedes, secretario de la Mesa Directiva del Senado de la República, planteó la necesidad de conocer el problema para entenderlo, contrarrestarlo y prevenirlo, principalmente los ataques jurídicos mediáticos que se realizan en contra de los movimientos progresistas de México y otros países.
“Es necesario establecer una ruta para construir marcos jurídicos, prescriptivos e informativos que refuercen el deber ético, y así evitar la difamación que se da en internet y redes sociales y que transgreden los derechos políticos de una persona”, dijo entonces el senador.
De qué se trata
Pero ¿qué es la infodemia y lawfare y cómo se puede combatir?
Manuel de Jesús Robles González, CEO de una empresa de desarrollo de software en Chiapas, ejemplificó a la infodemia como el exceso de información durante la pandemia de covid-19 que se compartió de manera masiva, sin la certeza de su veracidad.
Mientras lawfare se trata de una guerra jurídica: se toman documentos, incluso falsos, para atacar u ofender a cualquier individuo.
Y todo es parte de la llamada “guerra blanda”, porque no se utilizan armas de fuego, pero México también padecerá mucho porque no existe una cultura tecnológica ni de seguridad. “Se está gestando una guerra cibernética, como dijeron que sería la tercera guerra mundial”.
Según datos recabados por FortiGuard Labs, el laboratorio de inteligencia de amenazas de Fortinet, México sufrió 85 mil millones de intentos de ataques cibernéticos entre enero y junio del 2022.
En 2021 fue el país que encabezó la lista con 156 mil millones; seguido de Brasil con 88 mil mil millones, Perú con 11 mil millones y Colombia 11 mil millones.
Somos un número
Robles González partió de la explicación de que para el sistema cada usuario representa un número. Facebook ubica el perfil de una persona con un algoritmo que se crea por las preferencias; y no es otra cosa que un número.
“Quienes controlan la información son Google, Amazon, etcétera; en el caso de México es el INE o el SAT. Con las nuevas reformas el SAT puede saber todo de ti. En general, todas las personas que disponemos de un dispositivo móvil ya estamos dando nuestros datos al sistema, a la big data”.
Estos registros vuelven a los usuarios vulnerables a cualquier tipo de ataque, ya sea por una guerra jurídica o un complot. Los Estados Unidos, la Unión Europea, manipulan los datos de algunas redes sociales como WhatsApp, que recientemente sufrió un hackeo. Si es Telegram o TikTok, son los rusos y los chinos en una capa de primer nivel, “pero hay más cosas turbias”.
En primer plano están las redes sociales que conocemos, pero abajo se encuentra la venta de drogas, armas, órganos, personas, sicarios, entre otros ilícitos, lo que se conoce como Deep Web.
En quién creer
La veracidad de la información la pueden dar las universidades, sistemas de gobierno, “pero incluso ellos están siendo corrompidos, en estos momentos no tenemos ninguna seguridad digital; si el presidente no puede tener una certeza jurídica legal digital, un simple mortal como nosotros menos”.
Como Guacamaya Leaks que hizo públicos miles de documentos y la filtración hecha contra la máxima autoridad digital del país, la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena). Aunado a esto, México es el primer lugar en ataques de puerta trasera (backdoor) a nivel mundial, pues además de la nula cultura de seguridad, es donde más existe la piratería.
“Los que saben de ese negocio no lo van hacer desde su computadora”, dijo el CEO.
Según FortiGuard Labs, Argentina, Chile, México, Perú y Panamá han sido objeto de distribuciones de malware y troyanos centrados en aplicaciones de Microsoft Office, usualmente utilizadas para trabajo y educación a distancia.
“El Office es crackeado”, es decir, el individuo crea una licencia simulada del producto y otros la instalan en los equipos a bajo costo, pero “deja una puerta abierta” y a eso se le conoce como backdoor.
De esta manera, la persona que creó el “crack” puede acceder y trabajar desde uno o más equipos para procesos ilícitos, “hasta para minar bitcoins o crear ataques cibernéticos; y quienes están atrás son los turcos, los chinos, los rusos, los brasileños, que son buenísimos en esto de la guerra digital”.
El combate
En el Senado, Narro Céspedes dijo que se debe buscar una manera para combatir la infodemia y lawfare, por la manipulación que emplean para revertir el apoyo social hacia el presidente y precisó que los medios de comunicación deben asumir su papel social de formar ciudadanos con información.
Una de las propuestas hechas por legisladores de la bancada del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), es que estos ataques cibernéticos sean incluidos en la Ley de Seguridad Nacional como una “amenaza a la seguridad nacional” y que se fomente la cooperación internacional en torno a la ciberseguridad como política exterior.
Pero Manuel Robles consideró que es una tarea compleja, pues el gobierno es parte del control y puede reconocer directamente de dónde vienen los ataques, pero en lo que realizan una investigación se podría caer en la detención de chivos expiatorios.
“Vendrán arrestos siniestros de personas que quizá no tengan que ver, pero que desde sus computadoras se lanza el ataque. No habrá un control”.
Comparó las acciones actuales de la Guardia Nacional que, en algunas entidades, ya comenzó a entrar a las viviendas sin órdenes de cateo, en busca de armas y drogas, “ocurrirá lo mismo en lo digital, cualquiera tendrá acceso a los equipos y el gobierno dirá que está combatiendo”.
La mejor recomendación para no ser parte de estas problemáticas, dijo el experto en tecnologías, es mantenerse alejado de la vida digital y en caso de hacer uso, siempre poner la máxima seguridad y ser cuidadosos en la información que se publica.
Recordó que los grandes creadores de antivirus evitan dispositivos móviles, no tienen identidad digital porque conocen lo que hay detrás.
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