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Diabetes, el otro padecimiento del Presidente que revelan los Guacamaya Leaks – La Prensa

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  / martes 13 de diciembre de 2022
Nurit Martínez | El Sol de México

La Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) determinó que en la salud del presidente Andrés Manuel López Obrador el daño al corazón, los vértigos, sus afecciones en la columna vertebral, su diabetes tipo II, la hipertensión arterial y su infarto al miocardio son parte de su “vulnerabilidad y riesgo bruto”.
Para médicos especialistas, la carga de trabajo, el estrés y si no sigue una dieta rigurosa, así como la toma indicada de los medicamentos adecuados, esos padecimientos pueden favorecer a que la “delicada” salud del presidente no mejore.
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“Tendría que conocer el expediente, realizarle una valoración y estudios previos para poder determinar si hay riesgo de un infarto. Si no sigue una dieta estricta, el riesgo existe. Para determinar el riesgo de padecer otro infarto sería cuestión de ver estudios, si hay un diez u 80 por ciento de probabilidad”, aseguró Alejandro Rey Rodríguez, jefe de Cirugía Cardíaca del Hospital ABC.
El estado de salud del presidente se detalla en el documento Análisis de riesgo cúpula trébol, uno de los expedientes sustraídos a la Sedena por parte del grupo de hackers Guacamaya al que tuvo acceso El Sol de México, donde también se informa que el mandatario presenta una complexión robusta: 1.73 metros y pesa 70 kilogramos.
Lo describe de tez morena clara, voz aguda y que, en el último año para atender algunos de sus padecimientos, acude a un hospital privado del sur de la Ciudad de México, así como su familia, ante la presencia de “algún malestar”.
El pasado 30 de septiembre, luego de se dieron a conocer los primeros documentos de los llamados Guacamaya Leaks, el Presidente reconoció que es cierto que padece angina inestable de alto riesgo, hipotiroidismo y gota, así como hipertensión.
“Sí son ciertos. Yo estoy enfermo, tengo varios padecimientos”, comentó en su conferencia matutina de prensa.
Indicó que se actúa con transparencia, que es la regla de oro de la democracia, “si no se miente, si se habla con la verdad, pues qué problema puede uno tener”.
Relató que, en efecto, —el pasado 2 de enero— una ambulancia tuvo que acudir a su domicilio en Palenque, Chiapas, “porque había un riesgo de infarto y me llevaron al hospital. Me recomendaron un cateterismo, si ustedes se acuerdan de eso, me dijeron: ‘Hay que hacerlo’, les pedí unos días. En eso, me dio Covid, tuve que esperar a que pasara y ya fui al hospital, me hicieron el cateterismo”.

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Incluso, reconoció: “Terminé con un cóctel que tomo por las noches para varias enfermedades, es un síndrome, pero estoy muy bien”.
También mostró que en ocasiones va en contra de lo que señalan los médicos, “no crean, presionan y uno se defiende”.
Reveló que de manera periódica acude a sus revisiones. “Estoy pendiente, sí, me reviso cada tres meses, cada cuatro meses, pero eso depende de cómo uno se sienta”.
El documento de la Sedena, elaborado por el Primer Grupo de SVS.ESPLS.DE PM con una metodología empleada en la Universidad Pontificia de Comillas, Madrid, España, refiere que el mandatario y su familia tienen como médicos de cabecera a un neurólogo especializado en cirugía de columna vertebral, graduado de la Universidad de La Habana, Cuba; y un neumólogo radicado en Michoacán.
De sus actividades cotidianas, el informe señala que “no realiza ningún tipo de deporte extremo o de riesgo, aunque gusta de vez en cuando realizar caminatas al aire libre”, que comparte con su esposa, la doctora Beatriz Gutiérrez Müller.
Alejando Rey, especialista del ABC y exacadémico de tiempo completo de la UNAM, comentó que las enfermedades de López Obrador son “un asunto normal en un paciente de su edad, con uno o dos infartos y que tienen otras enfermedades graves sistémicas, acompañando la enfermedad cardíaca.
“No conozco bien el caso para hablar acerca de probabilidades o sobre vida de largo o corto plazo. Sí existe probablemente un riesgo de tener un tercer infarto y que ese comprometa su vida, es algo delicado lo que él tiene”.
Describió que la carga de trabajo, los viajes y el estrés del encargo son factores que suman a la condición del mandatario, pero también, “desafortunadamente, el carácter del presidente, es un poquito autoritario. Los médicos le recomiendan caminar, reposo, dieta, bajar de peso, no comer grasas o sal y vemos que, así sin hacer un juicio, obedece poco a las indicaciones médicas. Favorece que las posibilidades de vida a largo plazo no sean de las mejores”.
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El especialista dijo que un paciente con “cardiopatía isquémica debería hacer dieta, ejercicio, tomar sus medicamentos, manejar menos estrés y es necesario irse a vivir a la playa, para que la presión baje; tener una dieta sin nada de sal”.
Ello hace que exista un riesgo. “Sí, incluso siguiendo todas las medidas médicas que se recomiendan de todas maneras el riesgo de un segundo o tercer infarto existen. Todos los padecimientos del corazón no llevan un patrón cien por ciento parecido. Entonces, hemos visto que les va bien cuando llevan todas las medidas, cuando bajan de peso, hacen una dieta sin grasa, sin sal, poca azúcar, pocas harinas y pocas tortillas. Si no sigue una dieta estricta, el riesgo existe, el riesgo de padecer otro infarto existe”.
Aseguró que un paciente con la edad del Presidente seguramente comenzó con un proceso diabético que condicionó su salud a una enfermedad isquémica del corazón. “Hay una gran asociación entre hipertensión arterial y diabetes, son enfermedades que van de la mano”.
Mientras que el vértigo es por “falta irrigación a la cabeza. El corazón cuando bombea mal lo hace así a muchos tejidos, entre ellos, al cerebro. Las personas tienen mareos, tienen desmayos, pueden tener falta de fuerza, deprimirse. Cuando el cerebro no se irriga aparecen alteraciones importantes.
De acuerdo con el Inegi, en México se estima que 8.6 millones de mexicanos padecen diabetes, lo que convierte a nuestro país en la segunda nación latinoamericana con mayor población enferma y en la sexta a escala global.

La Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) determinó que en la salud del presidente Andrés Manuel López Obrador el daño al corazón, los vértigos, sus afecciones en la columna vertebral, su diabetes tipo II, la hipertensión arterial y su infarto al miocardio son parte de su “vulnerabilidad y riesgo bruto”.
Para médicos especialistas, la carga de trabajo, el estrés y si no sigue una dieta rigurosa, así como la toma indicada de los medicamentos adecuados, esos padecimientos pueden favorecer a que la “delicada” salud del presidente no mejore.
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“Tendría que conocer el expediente, realizarle una valoración y estudios previos para poder determinar si hay riesgo de un infarto. Si no sigue una dieta estricta, el riesgo existe. Para determinar el riesgo de padecer otro infarto sería cuestión de ver estudios, si hay un diez u 80 por ciento de probabilidad”, aseguró Alejandro Rey Rodríguez, jefe de Cirugía Cardíaca del Hospital ABC.
El estado de salud del presidente se detalla en el documento Análisis de riesgo cúpula trébol, uno de los expedientes sustraídos a la Sedena por parte del grupo de hackers Guacamaya al que tuvo acceso El Sol de México, donde también se informa que el mandatario presenta una complexión robusta: 1.73 metros y pesa 70 kilogramos.
Lo describe de tez morena clara, voz aguda y que, en el último año para atender algunos de sus padecimientos, acude a un hospital privado del sur de la Ciudad de México, así como su familia, ante la presencia de “algún malestar”.
El pasado 30 de septiembre, luego de se dieron a conocer los primeros documentos de los llamados Guacamaya Leaks, el Presidente reconoció que es cierto que padece angina inestable de alto riesgo, hipotiroidismo y gota, así como hipertensión.
“Sí son ciertos. Yo estoy enfermo, tengo varios padecimientos”, comentó en su conferencia matutina de prensa.
Indicó que se actúa con transparencia, que es la regla de oro de la democracia, “si no se miente, si se habla con la verdad, pues qué problema puede uno tener”.
Relató que, en efecto, —el pasado 2 de enero— una ambulancia tuvo que acudir a su domicilio en Palenque, Chiapas, “porque había un riesgo de infarto y me llevaron al hospital. Me recomendaron un cateterismo, si ustedes se acuerdan de eso, me dijeron: ‘Hay que hacerlo’, les pedí unos días. En eso, me dio Covid, tuve que esperar a que pasara y ya fui al hospital, me hicieron el cateterismo”.

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Incluso, reconoció: “Terminé con un cóctel que tomo por las noches para varias enfermedades, es un síndrome, pero estoy muy bien”.
También mostró que en ocasiones va en contra de lo que señalan los médicos, “no crean, presionan y uno se defiende”.
Reveló que de manera periódica acude a sus revisiones. “Estoy pendiente, sí, me reviso cada tres meses, cada cuatro meses, pero eso depende de cómo uno se sienta”.
El documento de la Sedena, elaborado por el Primer Grupo de SVS.ESPLS.DE PM con una metodología empleada en la Universidad Pontificia de Comillas, Madrid, España, refiere que el mandatario y su familia tienen como médicos de cabecera a un neurólogo especializado en cirugía de columna vertebral, graduado de la Universidad de La Habana, Cuba; y un neumólogo radicado en Michoacán.
De sus actividades cotidianas, el informe señala que “no realiza ningún tipo de deporte extremo o de riesgo, aunque gusta de vez en cuando realizar caminatas al aire libre”, que comparte con su esposa, la doctora Beatriz Gutiérrez Müller.
Alejando Rey, especialista del ABC y exacadémico de tiempo completo de la UNAM, comentó que las enfermedades de López Obrador son “un asunto normal en un paciente de su edad, con uno o dos infartos y que tienen otras enfermedades graves sistémicas, acompañando la enfermedad cardíaca.
“No conozco bien el caso para hablar acerca de probabilidades o sobre vida de largo o corto plazo. Sí existe probablemente un riesgo de tener un tercer infarto y que ese comprometa su vida, es algo delicado lo que él tiene”.
Describió que la carga de trabajo, los viajes y el estrés del encargo son factores que suman a la condición del mandatario, pero también, “desafortunadamente, el carácter del presidente, es un poquito autoritario. Los médicos le recomiendan caminar, reposo, dieta, bajar de peso, no comer grasas o sal y vemos que, así sin hacer un juicio, obedece poco a las indicaciones médicas. Favorece que las posibilidades de vida a largo plazo no sean de las mejores”.
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El especialista dijo que un paciente con “cardiopatía isquémica debería hacer dieta, ejercicio, tomar sus medicamentos, manejar menos estrés y es necesario irse a vivir a la playa, para que la presión baje; tener una dieta sin nada de sal”.
Ello hace que exista un riesgo. “Sí, incluso siguiendo todas las medidas médicas que se recomiendan de todas maneras el riesgo de un segundo o tercer infarto existen. Todos los padecimientos del corazón no llevan un patrón cien por ciento parecido. Entonces, hemos visto que les va bien cuando llevan todas las medidas, cuando bajan de peso, hacen una dieta sin grasa, sin sal, poca azúcar, pocas harinas y pocas tortillas. Si no sigue una dieta estricta, el riesgo existe, el riesgo de padecer otro infarto existe”.
Aseguró que un paciente con la edad del Presidente seguramente comenzó con un proceso diabético que condicionó su salud a una enfermedad isquémica del corazón. “Hay una gran asociación entre hipertensión arterial y diabetes, son enfermedades que van de la mano”.
Mientras que el vértigo es por “falta irrigación a la cabeza. El corazón cuando bombea mal lo hace así a muchos tejidos, entre ellos, al cerebro. Las personas tienen mareos, tienen desmayos, pueden tener falta de fuerza, deprimirse. Cuando el cerebro no se irriga aparecen alteraciones importantes.
De acuerdo con el Inegi, en México se estima que 8.6 millones de mexicanos padecen diabetes, lo que convierte a nuestro país en la segunda nación latinoamericana con mayor población enferma y en la sexta a escala global.
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