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Alza del dólar, inflación e intereses caros en medio de la tributaria – El Nuevo Siglo (Colombia)

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Para un visitante de otro país que viera de reojo cómo va la economía y solo apreciara el Producto Interno Bruto con 12,6 % en el segundo trimestre, y que esa cifra supera incluso el crecimiento de China y de Estados Unidos, lo primero que diría a sus semejantes es que Colombia va superbién.
Sin embargo, si ese mismo extranjero estuviera un tiempo recorriendo diferentes ciudades y palpara el día a día de los colombianos, se daría cuenta  de que la situación es a otro precio y que el país ya enfrenta un panorama económico complejo.
En primer lugar, está el problema fiscal. La deuda del Gobierno Nacional continúa por encima del 60 % del PIB, una de las más altas de la historia: el déficit se ubicó el año pasado en el 7.1 %. Si a lo anterior se le suma el déficit del Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles (FEPC), que acumulará para este año 2 puntos del PIB, la brecha entre ingresos del Gobierno y gastos preocupa y refleja la necesidad apremiante que tenía el país de tramitar una reforma tributaria.
Sin embargo, esta reforma presentada en agosto ha tenido ya varias modificaciones y permanece la incertidumbre sobre el monto total que podrá recaudar año a año. Del primer proyecto muchas cosas han cambiado, empezando por la meta de recaudo, que pasó de $25 billones de pesos a $20 billones hace solo un par de días con la caída del impuesto a las pensiones y otras disposiciones.
Incertidumbre
Por otra parte, varios elementos que generaban incertidumbre en el proyecto inicial siguen presentes, sumados a la inclusión de nuevos impuestos que en el marco de una moneda devaluada producen preocupaciones extra.
El déficit en cuenta corriente oscila entre el 5 % y el 6 % del PIB. Colombia es un país que depende en buena medida de los flujos de financiación externa para garantizar el pago de ese déficit y, en ese sentido, tiene una necesidad apremiante de mantener un escenario macroeconómico y financiero estable. Bajo el marco de esa vulnerabilidad de nuestra economía, es importante entender que, al ser los ingresos por exportaciones los que cubren gran parte de ese déficit y teniendo en cuenta la dependencia sobre productos tradicionales, la estabilidad macroeconómica y financiera depende directamente de la exploración y explotación de combustibles en el país, en tanto es la principal fuente de divisas con la que cuenta la economía.
Precisamente señala un análisis de la ANIF que “la demanda de los hogares crece al 13.4 % y, si se compara esto con la dinámica crediticia con corte al mes de julio, en la cual la cartera de crédito de consumo crece a tasas del 11.2 % real, se empieza a percibir una combinación muy peligrosa tanto para la economía como un todo, como para la estabilidad financiera en Colombia”.
Inflación
De otro lado, y con los datos del DANE para el mes de septiembre, se confirma la tendencia de crecimiento de la inflación, en buena parte impulsada justamente por el exceso de demanda interna. En el último mes, la variación anual se ubicó en el 11.44 % y no hay señales que evidencien un cambio de tendencia. Los alimentos, con una variación del 26.6 %, continúan liderando el crecimiento de los precios, una situación que afecta en mayor medida a los hogares más vulnerables.
En primer lugar, la tasa de cambio atraviesa uno de los periodos de devaluación más marcados en la historia reciente. Como EL NUEVO SIGLO ha analizado en informes y editoriales pasados, hay factores a nivel internacional que explican parte de la variación del peso.
La incertidumbre frente a la economía mundial ante el incremento de tasas de interés debido a la elevada inflación ha llevado a que el apetito por el dólar se haya disparado en lo corrido de este año. Lo anterior no solo se ve en el cambio del dólar con el peso, sino con la mayoría de las divisas mundiales.
Tasa de cambio
Sin embargo, la ANIF señala que hay dos periodos marcados en el rumbo de la divisa este año. Durante el primer semestre del año la TRM se mantuvo relativamente estable, registrando incluso una leve apreciación del orden de 4 %. “El punto de quiebre se da el 21 de junio, que corresponde al primer día que abren los mercados luego de la victoria del ahora presidente Petro. Tomando la tasa de cambio de esa fecha como base, observamos que el peso colombiano ha sido la segunda moneda más devaluada en los últimos cuatro meses, al registrar una variación en la tasa de cambio del 23.3 %”, sostienen los investigadores.
Explican los expertos que la subida en el precio del dólar tiene consecuencias muy complejas, que van mucho más allá de, como han querido caricaturizar, frustrar los planes de viaje de quienes se quieren ir de vacaciones a Miami. En primer lugar, el encarecimiento del servicio de la deuda externa.
La deuda
Solo por mencionar un dato que sorprende, el Marco Fiscal de Mediano Plazo planteó el pago de la deuda externa sobre un dólar de $4.000 y hoy está alrededor de los $4.800. Por otra parte, vale la pena recordar que Colombia es importador neto y mucha de su producción local depende de insumos internacionales que se han encarecido por el alza de la TRM, eso se ha traducido, por ejemplo, en el cese de obras vitales de infraestructura, como ocurrió en la fallida adjudicación del cable de Bogotá.
Hace apenas unos días la licitación se declaró desierta, pues los contratistas atribuyeron a la tasa de cambio la inviabilidad del proyecto debido al costo de los insumos extranjeros. Entre la apertura de la licitación –27 de julio– y el día de cierre –21 de octubre–, el dólar pasó de $4.375 a $4.885, es decir, una devaluación de casi el 12 %.
Lo mismo, aunque en una menor escala, ocurre con el bolsillo de los colombianos. Teniendo en cuenta que una porción importante de la canasta básica es importada o utiliza insumos extranjeros en su proceso productivo, el precio final al que se enfrentan los consumidores es más elevado conforme el dólar siga subiendo. De todos los productos que componen la canasta básica, cerca del 20 % son importados.
Es decir que, de acuerdo con estimaciones de la ANIF, si asumimos una devaluación del peso de 18 % en lo corrido del año, un 3.6 % del incremento en el costo de vida se debe al aumento del precio del dólar. Sumado a la inflación del resto de productos, la canasta básica acumula un incremento de 11.6 % desde enero.
Otro dato: si la TRM cerrara el mes de octubre en $4.800 y la deuda en dólares se mantiene constante, se vería un encarecimiento en pesos equivalente al 22.8 % al comparar el saldo de mayo con el de octubre.
Este escenario implica que el saldo de la deuda externa en pesos se incremente en $72.7 billones entre mayo y octubre de 2022, de los cuales $72.3 billones se deben exclusivamente a la devaluación de la moneda. Todo un galimatías para el Gobierno.
Impacto de intereses
Con el aumento de las tasas de interés por parte del Banco de la República a 11 %, el encarecimiento del crédito podría frenar el consumo. A pesar del aumento que han presentado en los últimos meses, las líneas de crédito continúan siendo protagonistas en el sector económico y financiero de los colombianos, así lo demostró el más reciente informe de TransUnion donde se evidenció que en el tercer trimestre del año el crédito creció 34 % comparado con el mismo periodo del año anterior.
Pese a esto, el estudio también encontró que 71 % de los consumidores encuestados están muy o extremadamente preocupados por la inflación y 82 % está haciendo cambios en sus comportamientos de gasto debido a esto. Mientras que otro 58 % manifestó que el aumento de las tasas de interés tiene un impacto en su decisión de solicitar o no un crédito en los próximos 12 meses.

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