Año XIV, 1 de julio de 2022
Columna de opinión por Svetlana Agaltsova
Jueves 30 de junio 2022 14:25 hrs.
Para hablar de la situación hay que contar con diferentes niveles de aproximaciones a la realidad.
Desde el punto de vista humanístico hay víctima y victimario, hay muchos sufrimientos, muchas muertes. Desde este punto de vista a ninguna persona normal y sana es imposible que no le duela lo que está sucediendo.
Este enfoque, sin embargo, no tiene nada que ver con un análisis objetivo. Por el contrario, nos lleva a las emociones y produce lar reacciones a veces muy extremas. A mí me gustaría hablar sobre este conflicto enfocándome más en los temas de las causas que lo provocaron y también de las consecuencias probables no solamente para Rusia o Ucrania sino para todo el mundo.
Yo quiero tocar un tema muy especial. El tema de la Inevitabilidad de esta guerra. No diría nada nuevo hablando de las guerras como del factor muy importante para el desarrollo del capitalismo. El capitalismo es un sistema extensivo y expansivo. Tiene que seguir expandiéndose. El sistema capitalista necesita una periferia. Tan pronto como cae la tasa de ganancia mundial, el capitalismo agarra un pedazo de la zona no capitalista y la convierte en su periferia, una zona de las materias primas, de mercados de ventas y de mano de obra barata. La tasa de ganancia crece. Y así hasta que venga otra crisis.
A principios de la década de 1980, tres grupos de expertos estadounidenses encargados por Reagan hicieron un pronóstico del desarrollo mundial. Los tres grupos, trabajando de una forma independiente, llegaron a conclusiones muy similares. Viene una crisis. Su primera ola cae en 1987-1988. Y la segunda en los años 1992-1993. En este periodo, según los pronósticos, en el segmento capitalista del sistema mundial, la producción caerá en un 20-25%. En el segmento socialista – en un 10-12%.
Quiero recordarles otra vez: se trata de la época de 1992-1993. La Unión Soviética dejó de existir justamente un año antes de la segunda ola pronosticada de la crisis. De hecho, el colapso de la URSS retrasó esta crisis por mucho tiempo. La destrucción de la economía soviética creó nuevos mercados para la industria occidental. También facilitó el acceso a los ricos recursos naturales de la ex Unión Soviética. Pero al pasar 20 años, este estímulo, que le dio al mundo la oportunidad de continuar existiendo sin ningún cambio estructural especial, se agotó. Como resultado, la crisis golpea tremendamente la economía global en 2008. Desde entonces, estamos viviendo en una crisis continua. Según la opinión de algunos analistas rusos contemporáneos, con la derrota de la URSS, el capitalismo triunfó en todo el mundo. Pero, gracias a esta victoria, esta vez cubrió todo el planeta, y para él terminaron las posibilidades de un desarrollo extenso. El capitalismo se ha agotado y esta crisis es la última. Los años 2018 y 2019 nos mostraron que no solamente la economía mundial, sino toda su infraestructura se encontraban en un estado de sobrecalentamiento. La pandemia de coronavirus ha enfriado mucho la economía, pero no ha sido suficiente. Así que ahora la guerra se convierte en la única alternativa para retrasar el colapso del sistema económico mundial.
Rusia en esta guerra debería jugar el mismo rol que jugó la URSS en 1991. Así como la destrucción de la URSS aseguró durante tres décadas el desarrollo económico del Occidente, el colapso de Rusia actual debería prolongar su existencia para próximas dos-tres décadas.
Según yo veo y entiendo este conflicto, esta no es una guerra entre Rusia y Ucrania. Es una guerra del Occidente unido contra Rusia.
Pero desencadenar una guerra directa contra Rusia puede tener consecuencias graves e irreversibles. Pues Rusia tiene el botón nuclear. Más fácil destruir este país involucrándolo en algún tipo de aventura militar con un tercer país que no tenga ese botón nuclear, y con una condición de que esta aventura sea prolongada. Por lo tanto, es necesario ayudar a este tercer país abasteciéndolo de recursos y armamentos para agotar a Rusia. Estamos hablando ahora de una guerra proxy.
Y ahora volvemos al tema de Ucrania. Dada la complejidad de la historia ucraniana y de las relaciones muy complicadas entre Ucrania y el centro político de la Unión Soviética, teniendo en cuenta las características étnicas y socioculturales de su población, así como la ubicación geográfica, era imposible encontrar un mejor país para desatar un conflicto destinado a destruir a Rusia como estado.
Yo no estoy exagerando. Creo que el objetivo final de este conflicto, planeado por el Occidente, no era solo debilitar económica, política y militarmente a Rusia, sino también provocar una especie de estallido social, o un golpe de Estado, que llevaría a la caída del gobierno de Putin.
De hecho, Ucrania en este conflicto sale una víctima que juega el papel de una herramienta, nada más. O digamos, el papel de un abrelatas para abrir un tarro de conservas. Hay que darse cuenta de que a los beneficiarios del conflicto no les importan ni un pelo miles y miles de víctimas de esta tragedia.
¿Por qué creen que Ucrania nunca fue admitida en la OTAN? ¿A pesar de todas las promesas y a pesar de las solicitudes múltiples del presidente Zelenski? Es que este país como miembro de la OTAN nadie lo necesitaba. Y no por ser insuficientemente europeo. No. El Occidente necesita a Ucrania como a un país fuera de cualquier bloque militar. Desatar una guerra proxy es más seguro que una confrontación directa entre la OTAN y Rusia. Las promesas del Occidente respecto al ingreso de Ucrania en la OTAN, dadas antes de iniciarse el conflicto, fue una mentira. Una mentira que dio a Zelenski una ilusión de que Ucrania en el conflicto directo con Rusia estaría protegida 100 %.
Después del colapso de la URSS en el 1991, se proclamó la independencia de Ucrania. A partir de ese momento, comenzó una nueva etapa en la historia de este país. Sin duda alguna podemos considerar lo sucedido durante este periodo, como una serie de antecedentes del conflicto actual. Voy a mencionar lo más importante.
La discriminación de la etnia rusa en la región de Donbas se hace permanente y toma las formas horrorosas. Y no se trata solamente de la prohibición del idioma ruso o de algunos partidos políticos. Las milicias nazis entraban en los pueblitos o ciudades chicas y obligaban a la gente, a cualquiera que se encontrara, decir algo en ucraniano. Y si la gente no lo sabía hacer con un acento correcto, los mataban o los enterraban vivos. Hay muchas fosas comunes en Donbass. Hay que mencionar también los bombardeos permanentes de barrios residenciales, los hospitales y colegios. Se cuenta con unas 13 mil víctimas de este conflicto durante últimos 8 años. Entre ellos centenas de niños.
La comunidad democrática europea y mundial no le hizo caso. Permanecía con ojos cerrados, como si no hubiera pasado nada, o como si fuera algo normal. Algunos periodistas occidentales que trabajaban en Donbass intentaban hablar de lo que estaba pasando, pero nadie quería escucharlos.
Ninguno de estos acuerdos ha sido implementado por la parte ucraniana. Los ataques del ejército ucraniano contra la población civil de Donbass siguen continuando hacia el día de hoy.
El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.
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